martes, 31 de enero de 2017

Día trigésimo primero




Día trigésimo primero. –  Ayer mi agricultor, recordando la frase que días atrás apareció en el diario La Rioja y que decía: “Si las administraciones no intervienen pronto, nos vamos a morir así, de soledad”, colocó en su muro el reverso de la Casa del Canónigo, cuando esta existía.  Hoy, cuando enero de 2017 termina, coloca el anverso o fachada principal. En lo profundo del invierno, esta casa y sus fachadas no sólo parecen muertas, sino que su mundo ya está muerto. Sus zarzas ya no saben volver, se perdió su brújula, esa brújula para internarse en la áspera noche y poder regresar con la primera luz de los nuevos tiempos. No desearía que al colocar estos versos pareciese querer ser pedante. No lo soy y pido perdón; es producto de mi formación que, al contemplar de nuevo la fotografía, conduce a mi agricultor a recordar a Cayo Valerio Catulo, carmina V:  “Los soles pueden ocultarse y aparecer de nuevo: nosotros, cuando nuestra breve luz se oculta, hemos de dormir una noche perpetua”. ¡¡¡Feliz martes y felices recuerdos!!!

La que fue fachada principal de la casa del Canónigo en Grávalos

lunes, 30 de enero de 2017

Día trigésimo




Día trigésimo. – Hoy mi agricultor no hace otra cosa que darle vueltas al reportaje que ayer publicó La rioja y titulado “La Rioja más vacía” y sobre todo a una frase puesta en boca de una interlocutora: “Si las administraciones no intervienen pronto, nos vamos a morir así, de soledad”.  Esto es decir mucho en muy poco. Es la capacidad de agitar un sentimiento con unas pocas palabras. Es lo que la levadura al pan, la masa madre de la literatura nacida de la tierra abandonada. ¡¡¡Feliz lunes!!!

 Ruinas que fueron de la casa del Canónigo, ya no existente, en Grávalos

domingo, 29 de enero de 2017

Día vigésimo noveno




Día vigésimo noveno. –  Hoy domingo mi agricultor tiene programado guisar unos sabrosos huevos al plato y, ante tal osadía, le he aconsejado lo que Camilo José Cela dejó recomendado hacer en su libro “Primer viaje andaluz: notas de un vagabundaje por Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva y sus tierras (1959)”. Decía que los huevos al plato o a la flamenca, también denominados así: “deben dejarse cocer durante el tiempo de rezar en voz alta -en voz baja no vale, que se va más aprisa- el Credo, el Yo Pecador y el Señor Mío Jesucristo. Si la cocinera, a fuer de devota, tiene propensión a rezar al trote, deberá sumar a lo ya dicho, un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloripatri”. ¡¡¡Feliz domingo!!!