Día vigésimo
octavo. – Hoy, último día de febrero, mi agricultor queda
sorprendido por la luminosidad del Mediterráneo y grita al cielo con López Baeza:
¡Ya no más luz ...!, ¡Ya no más luz ...!
—Gritaba por Elche
enfebrecida una palmera—:
Que tengo las entrañas
dóciles al
misterio
y la frente perdida en
evidencias.
¡¡¡Feliz martes!!!