Día décimo sexto. – Sigue hoy mi estudioso agricultor en su análisis lingüístico
del río Oja o Glera afirmando que “al ganadero y campesino que habitaba en la
orilla del río no le era fácil pronunciar el primitivo nombre de Oia”, así que
“en cuanto llegó el romance pudo salvar esa dificultad utilizando el latinizado
Glera”. Y, de ahí, “la transformación a Ilera», un término “vulgar pero más
fácil de pronunciar”. ¡¡¡Feliz jueves!!!
Río Glera en todo su esplendor
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