Día vigésimo primero. – Hoy mi agricultor recuerda a Ramonet, aquel
charlatán oriolano, que pasó por mi pueblo cuando yo era niño. Me invoca mi
agricultor que el charlatán es uno de los personajes de la novela picaresca,
uno de aquellos tunantes que pintaban canas, arreglaban virgos, mudaban rostros
y, junto a los barberos, sacaban muelas. «Lo que jamás se ha visto ni se ha
oído,/ verán ustedes; atención les pido», decían los embaucadores de las
ferias, según la fábula. Me quedé pegado muchas veces en las ferias y fiestas
viendo el arte con el que los charlatanes, dándole a la larga, vendían relojes,
peines y cuchillas de afeitar como si fueran vellocinos.
Charlatán moderno
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