Día vigésimo
octavo. – Hoy me recuerda mi agricultor que la construcción de
castillos de arena es una actividad humanísima. Hasta tal punto, que forma
parte, junto a las risas y las lágrimas, de la frontera más nítida entre el
hombre y las bestezuelas. Una tipología rápida y sumaria establecería dos tipos
de temperamentos: el de quien los levanta hasta la última guirnalda y se va y
se olvida, y el de quien pasa la vida anotando hasta los detalles más
minúsculos de las caídas.
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