Día vigésimo.
– Hoy mi agricultor ha entablado confianza
con los abejarucos que estaban a porfía con sus trinos a poco de
salir el sol. Las cárcavas del arroyo eran una sinfonía de color y de gorjeos
propios de estos mensajeros de plumas azules, amarillas, violetas, naranjas...
Porque los abejarucos antes de salir al paseo mañanero parece que se han dado
un baño en las aguas del arco iris. ¡¡¡Feliz sábado!!!
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