Día décimo noveno. – Hoy mi agricultor al pasar, en su paseo, delante de una
iglesia ha escuchado el tañer de la campana de su torre y es entonces cuando ha
recordado el doblar de la campana de la iglesia de su pueblo, esa en la que el
maestro fundidor grabó su nombre, así como la fecha de fabricación, el nombre del
benefactor que había corrido con los gastos de la fundición, cosa bastante
frecuente y, como no, también figuraba el nombre dado a la nueva campana. Mi
agricultor, todavía, recuerda la frase grabada en la de su pueblo: “María
campana me llamo, cien arrobas peso, si no me quieres creer cógeme a peso”. Peso considerable, muy considerable, pues
100 arrobas equivalen a unos 1.150 kg. ¡¡¡Feliz viernes!!!
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