Día duodécimo. – En la mitología de las sectas se suele
prestar devoción al líder. Los historiadores romanos hablan de la "devotio
celtíbera", que consistía en la fidelidad al caudillo hasta el fin. Los
guerreros cántabros sucumbían con su comandante en el caso de la muerte de
éste. Adoraban a sus superiores con aquella fidelidad del perro de Lisímaco que,
cuando vio hacer fuego donde iban a quemar a su dueño, le acompañó hasta que lo
echaron también a él. ¡¡¡Buen viernes!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario