Día décimo sexto. – Sigue hoy mi agricultor con la hermana
Juliana que ahí sigue con su rutina. Se acuesta después de rezar Vísperas y
Completas y se levanta a las cuatro de la mañana a rezar Maitines. Sigue
durmiendo con la ventana abierta, lo mismo en verano que en invierno. No tiene
cama. Duerme en un saco en el suelo. En el otro habitáculo ha montado un
pequeño altar. Ahora se le ha echado encima el duro invierno soriano. Pero a
ella no parece preocuparle el paso de las estaciones ni la llegada de la nieve.
De las alturas nevadas del Urbión y la
Cebollera baja ya un viento helador que corta el resuello en esos hermosos
parajes de Molinos de Razón, por donde discurre, indiferente, el alegre
Razoncillo entre pinos, robles y hayas y donde sor Juliana tiene, en el costado
de un prado, su humilde morada. Mi agricultor promete hoy que cuando rompa la
primavera subirá hasta la cabaña de la monja Juliana, si aún vive, y le
llevará, si os parece bien, un ramo de violetas. Mientras tanto fuera de su cabaña
sigue cayendo la nieve y suceden otras raras cosas. ¡¡¡Feliz martes,
hermanos!!!
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