Día quinto. – Hoy mi agricultor, pasado y celebrado san
Blas, se ha detenido en averiguar de dónde le viene al santo Blas su fama de
especialista en males de garganta y ha encontrado esa leyenda que cuenta que,
cuando era trasladado de la cueva del monte Argeo donde se había refugiado
huyendo de la terrible persecución de Diocleciano, para ser ejecutado, una
multitud se arremolinó a su paso. Entre el gentío, una mujer se le acercó con
su hijo moribundo en brazos pidiéndole ayuda a gritos. El niño tenía una espina
atravesándole la garganta. El santo le impuso las manos y el muchacho quedó
curado. He ahí su fama. ¡¡¡Feliz viernes!!!
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