Día octavo. – Hoy mi agricultor, con generosidad, buena
conciencia y serenidad, no hace otra cosa que pensar que, más de setenta años
después, ya no volverá a penetrar dentro de lo que fue la Casa-Fonda ni podrá
recorrer ese su pasillo en T, su saloncito, su cocina y sus humildes estancias.
¡Qué importa! Nadie podrá impedir a mi agricultor recuperar, como en un
chispazo luminoso, su primera infancia, y poder reencontrarse de algún modo con
la memoria de sus padres. Ha indagado, ha preguntado y le han dicho que la
casa, cerrada desde hace mucho tiempo, se abrió hace unos días, tiene nuevos
dueños, también algún juguetón inquilino y hasta, con prisa, han cambiado las
llaves a sus puertas. No preocuparse agricultor: el busto del ECCE-HOMO,
tallado en madera de encina centenaria, aquel que presidía el inmenso pasillo
en T, es de mi propiedad, también, de la de mis descendientes. Hace más de
cuarenta años me dijeron no podía ser sacado de la Casa-Fonda, pero, ¡alegría!
mi agricultor lo hizo en buena hora y, ahora, le protege. ¡¡¡Feliz lunes de
Carnaval!!
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