Día Vigésimo
primero. – Mi agricultor y señora, en esas anotaciones que están
tomando para que su viaje resulte como tenga que resultar, han marcado como
punto estratégico Argamasilla de Alba, donde cuenta la tradición que se sitúa
el lugar donde Cervantes empezó su obra maestra. Los innumerables autores que
escribieron de ello nos cuentan que todo aquí es muy quijotesco: desde la
piedra molinera que marca el kilómetro cero de la ruta hasta la cueva de
Medrano, prisión donde dicen que Cervantes soñó el libro. Pero también nos
dicen hay un castillo, el de Peñarroya, que guarda interesantes muestras de
arte barroco y churrigueresco. Y un pantano que nos recuerda La Mancha lacustre,
el Guadiana y sus lagunas de Ruidera. En los campos, los viejos tombos y
majanos, elementales construcciones rústicas, a modo de refugio, hechas
amontonando las piedras que el arado remueve al labrar los viñedos. Son como
los guardaviñas riojanos. Al fin y al cabo, ambas, son tierras de vino.
¡¡¡Feliz Jueves!!!
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