Día Vigésimo sexto.
– Y mi
agricultor y su acompañante no tuvo otro remedio que escuchar a Don Quijote
cuando les hablaba de esta guisa: “No comas ajos ni cebollas, porque no saquen
el olor tu villanería. Anda despacio; habla con reposo; pero no de manera que
parezca que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala. Come poco y
cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del
estómago. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda
secreto, ni cumple palabra. Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos,
ni de erutar delante de nadie”. ¡¡¡Feliz martes!!!
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