Día décimo octavo. – Nos avisa hoy mi agricultor que, a pesar
del indicador, este no es el pueblo ni el barrio de las letras ni de los poetas, o sí. En
las estanterías de sus casas seguro que hubo y, todavía, hay cuencos, vasos,
cántaros y cestas, de gres, arcilla o esparto y restos de vida, de arte y de
poesía aún no identificados. Esta esquina podría ser, lo es el inicio de la milla
del arte, donde las calles pueden llenarse de talleres de artesanía, estudios
de diseño, anticuarios y galerías. Es un sitio alucinante. Adivínenlo. Se trata
de un pueblo riojano donde todo es sosiego, soledad, luminosidad,
intelectualidad profunda y mucha visibilidad, pero está, qué más da,
semi-deshabitado. Termina mi agricultor diciendo que, si en algún momento
adivinan el lugar, habrán comprendido lo que puede llegar a ser un espacio de
culto. ¡¡¡Feliz domingo!!!
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