Día décimo. – En su recorrido de hoy el agricultor-
viajero se tropezó con una cara no muy pequeña y una frente muy amplia; acababa
de descubrir su cabeza de la boina que arrancaba desde la mitad de la cabeza;
los ojos, apenas una línea, con blanco; la nariz achatada; muchas arrugas
debajo de los párpados y en el óvalo de la barbilla; barba de un par de días y
el bigote y cejas entrecanos; una camisa de franelilla, blanca, con el cuello
lacio y el botón desabrochado sobre la nuez; y encima ese pesado jersey de
ochos y de lana tejido con aguja gorda. El hombre me sonrió con una felicidad
tan noble que todavía sigue iluminada la noche. ¡¡¡Feliz sábado!!!
Hombre de las Tierras Altas Riojanas
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