Día undécimo. – Mi agricultor-viajero, en su trayecto por el
curso y alrededores del río Linares, ha observado una franja continua de árboles-olivo poblada de voces pasando
bajo su punto de observación. El tapiz está formado por una masa de olivos
picual, arbequina o cornicabra y hasta algún empeltre, alguna masa de pinos silvestres, robles
sueltos, chopos lombardos, álamos, fresnos, acebos y algunas encinas sueltas. Y
sobre sus copas, entre las ramas o desde el suelo, bajo las sombras, ha
escuchado los reclamos de los más tenaces de finales del otoño: el martilleo de
los mirlos, los trinos y crepitares de los pichentes, el carraspeo de algún
chochín, el revoloteo de ese malviz buscando el calor de la gayuba, los
silbidos de un bando de grullas en paso, el tuiteo de los jilgueros, unos
graznidos ásperos, con sus voces rotas, de algún cuervo y ese canto complejo de
la calandria...y el color de la aceituna. ¡¡¡Feliz Domingo!!!
Olivas riojanas
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