Día Primero. – Mi agricultor, todavía con las legañas en
los ojos, acaba de comentarme que el comienzo del nuevo año es como lanzar un
grito en un bosque solitario y desconocido, y que alguien te conteste. O
recibir setenta años después la respuesta a una carta que echaste al correo
entonces con un sello azul de cincuenta céntimos y nunca más se supo. O… ¡Feliz
día de Año Nuevo!
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