Día
vigésimo octavo. – Mi agricultor, si ayer estaba entusiasmado
por el florecer de los almendros en Cartagena y en todo su campo, hoy está
temeroso al escuchar el silbar de alguna víbora hocicuda escondida bajo algún peñasco
de la sierra de Atamaría, como temeroso estuvo Federico García Lorca cuando en
Nueva York coincidió con el “Martes Negro” de Wall Street observando como los
banqueros se arrojaban al vacío desde los rascacielos entre los gemidos de los
obreros parados y oyó cómo las cobras silbaban en los pisos altos. ¡¡¡Feliz jueves!!!
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