Día vigésimo. – Mi
agricultor se ha encontrado esta mañana con un conocido de andadura, no
lo había visto desde antes de la pasada Navidad y, después de saludarle, le ha
dicho: ¿qué, otro año “alante”?, y al oírlo, me ha sonado como a un saludo de
petición de un año de prórroga, que se decía en mi pueblo, mientras veíamos
nevar desde la ventana y que representaba como una medida de la rapidez con la
que pasan los años. Al escucharle comprendo con razón al paisano que siempre
comentaba que, a partir de cierta edad, los años pasan de dos en dos. Y recordando
la caminata y el encuentro de esta mañana esta tarde volveré a leer la
entrañable poesía de Miguel Ramos Carrión (Zamora 1848 – Madrid 1915) que en
sus sencillos versos va describiendo el trascurrir de la vida por el paso de
las estaciones:
“Monótono
y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno…”
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