Día
vigésimo séptimo. – Mi agricultor, entusiasmado con el florecer
de los almendros en el Campo de Cartagena, va hoy, acordándose de la miel, y me
suelta: la miel, ese fruto del aire, ese dulce regalo del tiempo -en boca de
los autores clásicos- tuvo siempre muchísimos cultivadores, y hasta escuelas,
sindicatos y asociaciones. Miel de brezo en el norte, de romero y tomillo en el
sur; ahora también de mil flores, y la extraforal o mielada. Y, junto a la miel, la cera, el polen, los
propóleos o jalea real. ¡¡¡Feliz miércoles!!!
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