Día décimo quinto.
– Mi agricultor, hoy que la atmosfera, por fin, se ha vuelto plomiza, me dice
que está entusiasmado con el cielo gris, el aire gris, el agua del mar grisácea, las piedras del acantilado también sombrías, el ruido de las goteras
en las piedras de las calles o en los paraguas de las gentes. Los grises de la
bahía del Mar Menor, cuando son de ese color, le fascinan. ¡¡¡Feliz jueves!!!
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