Día
Décimo. – Hoy mí agricultor, a pesar de lo que dice y escribe se
me manifiesta diciendo que siempre le gustó el lenguaje de los carreteros, que
lo sintió y hasta escuchó en mi niñez a esos arrieros vecinos que transportaban
en carro o en galera los haces de mies desde la Dehesa. Y es cierto no es
verdad que hablaran mal, sino que se expresaban en un castellano sonoro y
arcaico, pero no contaminado. Mi agricultor sabe que el lenguaje vulgar nació
en los labrantíos y se enriqueció en las noches de cuadrillas, mientras el
idioma culto, abstracto y libresco se iba alejando de la realidad. ¡¡¡Feliz
viernes!!!
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