Día
Quinto. – Después de la aceptación que ayer tuvo la
fotografía, hoy mi agricultor vuelve con esta otra que señala ese lugar
ambasagüeño en el que pudo estar la taberna, aquel rincón que era cobijo
imprescindible para el desahogo junto al pellejo de vino, arropado por el fuerte olor a tostados
cacahuetes que se mezclaba con otro más fuerte de arenques secos, tabaco de
picadura, envueltos todos ellos con el agridulce aroma del vino traído,
probablemente, de las añejas bodegas de la villa cercana de Grávalos y que
solía beberse en chatos, que no eran otra cosa que vasos pequeños de culo
gordo. Y en honor a esa Taberna, que tanto cobijó, escuchó y alegró, concluye hoy mi
agricultor con estos versos de Baltasar de Alcázar. ¡¡¡Feliz sábado!!!
“Grande consuelo es tener
la taberna por vecina…
Tenía este caballero
un criado portugués...
Pero cenemos, Inés,
si te parece, primero.
La mesa tenemos puesta,
lo que se ha de cenar junto,
las tazas de vino a punto:
falta comenzar la fiesta.
Comience el vinillo nuevo
y échole la bendición;
yo tengo por devoción
de santiguar lo que bebo”.
Franco fue, Inés, este toque,
pero arrójame la bota;
vale un florín cada gota
de aqueste vinillo aloque.
¿De qué taberna se trajo?
Mas ya... de la del Castillo
diez y seis vale el cuartillo,
no tiene vino más bajo”.
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