Día Sexto. – Me comenta hoy mi
agricultor que la fotografía de la que fue y se llamó Casa del Canónigo, ésta
que aquí aparece y que él guarda como oro en paño y sin Medusa, es una
fotografía del recuerdo. La Casa fue derribada hace tiempo y ya tampoco hay
Canónigo que la habite y esto sucedió en Grávalos, su lugar de origen y
estancia. Desgraciadamente a la Casa del Canónigo no le sucedió lo que al
molino de Ainielle; éste fue restaurado y nuestra casa, así como de repente,
fue desertizada y se convirtió en un cementerio de escombros al aire libre. Y
esto no es lo negativo, que lo es. Lo pernicioso es que en una villa con censo
aproximado de 200 almas no ha existido ninguna que se haya preocupado de que su
memoria no sucumba, aunque fuera conservando algunos de sus elementos
patrimoniales. Aquí en mi pueblo, es triste decirlo, tampoco supieron valorar
las pequeñas cosas y los pequeños grandes testimonios de nuestro pasado, guardándolos
para el futuro. ¡¡¡Feliz domingo y gocen contemplando lo que ya murió!!!
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