Día Vigésimo cuarto. – La otra mañana mientras mi agricultor
paseaba dirección a La Ribera por la orillita del Mar Menor, contemplando eso que han
dado en llamar balnearios, se ha parado a conversar con un pescador que andaba
preparando sus aperos y a la búsqueda de un arco iris doble- ¡que existe!-
afirmó entusiasmado, mirando al cielo entre los edificios que le rodeaban y
señalando el aire tardoinvernal con sus manos sarmentosas de místico medieval y ojos de pintor de
calaveras. En esas estaban pescador y
agricultor cuando aparecieron unas rachas de lluvia y viento, los zarazos de
invierno que dicen en mi tierra, alternadas con soles resplandecientes, que son
los que producen esos magníficos arcos iris que enmarcan la primavera. Nada fue
tan emocionante como la conversación entre ambos en medio de ese fenómeno de
arco iris doble. ¡¡¡Feliz Jueves Santo!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario