domingo, 20 de marzo de 2016

Día Vigésimo




Día Vigésimo. – Hoy es Domingo de Ramos y mi agricultor recuerda aquellos años de su niñez en los que siempre lo consideró y aún lo valora como un día grande. Recuerda cómo los fieles, como siempre, ofrecían atadijos de ramos de olivo y las gentes se mostraban algo más generosas y cómo, después de alzarlos en la misa, se los llevaban a casa, ya ramos bendecidos, para atarlos a cualquier barrote del balcón o ventana de sus estancias para permanecer allí hasta sustituirlos por los del año siguiente. No había otro objetivo que trasmitir las bendiciones a la casa y sus moradores y, también, ahuyentar las tormentas. Desde entonces el Domingo de Ramos me huele siempre a olivo, casi florecido, a cera y a incienso. ¡¡¡Feliz Domingo de Ramos y, ya saben, si pueden, estrenen algo, porque, de lo contrario, el que no estrene, se le caerán las manos!!!


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