Día Vigésimo tercero. – Hoy es Miércoles Santo y mi agricultor ha recordado lo que de niño le enseñaron sus mayores: fue aquello de que era pecado matar golondrinas. Le aseguraron que eran aves sagradas porque en el Viernes Santo acudieron al Calvario para arrancar las espinas de la frente del crucificado y, según otra versión menos comprobada, lo que hicieron las golondrinas en realidad fue acercar en su pico un poco de agua a los labios resecos del Cristo agonizante. Fuera lo que fuere, había que tratarlas con veneración y, por supuesto, nadie debía cazarlas. He tenido que recordarle a mi agricultor que, antes de Cristo, no estaban tan bien vistas, ya que uno de los consejos que las escuelas pitagóricas establecían era aquel que señalaba: “No permitas que una golondrina haga su nido bajo tu tejado”. Y, oh casualidad, son las golondrinas algunos de los escasos habitadores de estos pueblos semi-abandonados. Hoy desde la ermita de san Pelayo en Valdemadera.
miércoles, 23 de marzo de 2016
Día Vigésimo tercero
Día Vigésimo tercero. – Hoy es Miércoles Santo y mi agricultor ha recordado lo que de niño le enseñaron sus mayores: fue aquello de que era pecado matar golondrinas. Le aseguraron que eran aves sagradas porque en el Viernes Santo acudieron al Calvario para arrancar las espinas de la frente del crucificado y, según otra versión menos comprobada, lo que hicieron las golondrinas en realidad fue acercar en su pico un poco de agua a los labios resecos del Cristo agonizante. Fuera lo que fuere, había que tratarlas con veneración y, por supuesto, nadie debía cazarlas. He tenido que recordarle a mi agricultor que, antes de Cristo, no estaban tan bien vistas, ya que uno de los consejos que las escuelas pitagóricas establecían era aquel que señalaba: “No permitas que una golondrina haga su nido bajo tu tejado”. Y, oh casualidad, son las golondrinas algunos de los escasos habitadores de estos pueblos semi-abandonados. Hoy desde la ermita de san Pelayo en Valdemadera.
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